Una penosa realidad fue la que desveló la autopsia practicada a Liz Ávalos. Los resultados son compatibles con un abandono de la medicación antirrechazo, fundamental para la subsistencia. Desde el Hospital Acosta Ñu confirmaron que la paciente ya no acudió a sus últimos controles ni se realizó los estudios médicos.
Liz Marlene Ávalos (19), quien había recibido un corazón a los 7 años, murió en la madrugada de ayer por una asfixia provocada por un edema agudo de pulmón de origen cardiogénico, es decir, por un problema cardíaco.
“Lo que encontramos son características de un agrandamiento del corazón, a expensas de una dilatación cardíaca del ventrículo izquierdo. Además, una congestión de todas las vísceras, hígado, los pulmones que pesaban más por el edema de pulmón”, explicó el doctor Lemir, en una entrevista con NPY.
A esto se suma un dato muy relevante, que podría explicar el motivo del desenlace fatal. En principio, todos los elementos hacen suponer que se trata de un abandono terapéutico.
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“La medicación antirrechazo debe consumir de por vida el trasplantado, de no hacerlo se puede presentar un rechazo agudo, que es el aspecto que tiene el resultado de la autopsia”, reveló el jefe de medicina forense.
En consulta con la doctora Nancy Garay, jefa de cardiología del Acosta Ñu, se supo que la paciente no acudió a sus dos últimas citas médicas, donde debía realizarse una angiotomografía de las arterias coronarias.
Respecto a la posibilidad de que los familiares contesten y confirmen que la joven dejó de tomar su medicación antirrechazo, explicaron que Liz ya no vivía en la casa de su abuela, pues convivía con su pareja, a partir de lo cual, su familia no podía cerciorarse del cumplimiento o no del tratamiento.
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