“En casa tratamos siempre que el caballo no sea visto sólo como un medio para competir, sino como un compañero, un ser vivo que siente, se comunica y necesita respeto. Desde muy chicos, tanto Agustín como su hermana Valeria aprendieron a cuidar, cepillar, alimentar y agradecer a sus caballos”, dice Alba María Benítez Cattebeke, madre de un pequeño jinete que, a sus 10 años, no sólo ha cosechado títulos, sino también la admiración de quienes lo ven montar.
Porque lo de Agustín Chamorro Benítez no es sólo equitación; es conexión. Para él, Fantástico y Kadafi, los caballos de Haras Buenaventura criados en Paraguay —antes la mayoría venía de contrabando desde Argentina— que lo han llevado al podio, no son sólo animales. Agustín no los monta; los entiende. Les habla con la paciencia y la nobleza de quien ve más allá de los saltos.
Esa conexión, sumada a su disciplina, lo ha llevado a brillar en cada competencia. En 2022 se consagró campeón en las categorías 0.80 m y 0.90 m. Un año después, obtuvo títulos en 0.90 m y 1 m, consolidándose como una joven promesa del salto ecuestre en Paraguay. En 2024 alcanzó uno de sus mayores logros al ganar el campeonato nacional en 1 m y ser vicecampeón en 1.10 m. Además, este fin de semana se consagró campeón en 1 metro, montando a Fantástico en la quinta fecha del ranking Fedepa, reafirmando su posición como figura destacada del salto infantil.
“Una vez, en una práctica, el caballo se asustó y salió corriendo con fuerza. Agustín no se cayó, se sostuvo con todo su cuerpo, sin miedo, hasta que consiguió calmarlo. Fue impresionante verlo mantenerse firme y sereno pese al susto”, cuenta la madre en una entrevista.
No fue un logro técnico, sino la manifestación de algo más profundo: un vínculo construido con respeto y empatía, los valores que su madre y su familia han cultivado en él desde muy pequeño.
Agustín ha tenido caídas, como todos los jinetes. Pero lo que lo distingue no es sólo su habilidad para mantenerse sobre el caballo, sino su capacidad de levantarse. “Nunca se frustra ni se rinde. Siempre sigue adelante, insistiendo hasta que le salga”, destaca Alba, orgullosa de lo que sembró.
En su corta carrera, Agustín ha aprendido que el éxito no está únicamente en las medallas, sino en el camino. “Mi meta es acompañarlo, darle las herramientas y que él defina sus propios sueños. Si el día de mañana representa a Paraguay internacionalmente, será hermoso, pero lo más importante es que sea feliz y firme en lo que haga”, valora Alba, mujer muy vinculada al deporte.
Su mensaje como madre es claro: “Confíen en sus hijos. El deporte forma personas íntegras, pero también necesitan contención. No se trata de forzar logros, sino de acompañar el crecimiento”.
Agustín es un pequeño jinete con un gran corazón que, junto a sus compañeros de cuatro patas, sigue escribiendo una historia que no se mide sólo en títulos, sino en la sensibilidad y el respeto con los que vive cada salto. Con sus podios, demuestra que los sueños también se cabalgan.
El Nacional